Es fascinante que la especie humana que representa una mínima parte de la historia del Universo desde el Big-Bang, (es muy ilustrativo el ejemplo que dan algunos científicos; si la historia del Universo se pudiera representar a escala del cuerpo humano por ejemplo, esta sería equivalente a la distancia de un brazo a otro en posición abierta, pues dentro de esta distancia virtual el homo sapiens equivaldría a un trozo de uña de un dedo) esté en estos momentos observando con sus potentes telescopios los primeros objetos que se crearon. El ser humano en una mínima parte de tiempo ha sido capaz de ahondar en aquello a lo que pertenece intentando comprender de dónde viene y hacia donde se dirige, con su afán de descubrir los misterios que le envuelven desde que nació en este planeta y posiblemente a otros. Esta realidad confirma una vez más que el hombre/mujer representa la consciencia de este Universo, por lo tanto capaz de consciencializar la realidad de su encarnación y de la creación a la que pertenece, redescubriendo el Orden que rige el todo.
Desde esta perspectiva totalmente real, pareciera que el futuro es nuestro y que el ser humano con estas capacidades será capaz de todo. Pero no olvidemos dentro de este potencial humano su libertad de decidir sobre los aspectos y cualidades tanto positivas como negativas que quiere desarrollar. No todos queremos avanzar y evolucionar hacia esa supraconsciencia que nos hará reconocernos como co-creadores de vida, no todos deseamos conocer esas leyes universales que nos permitan respetar la creación, no todos deseamos un mundo en paz y armonía con capacidad de crear futuro y desarrollo allí dónde seamos capaces de llegar con nuestras naves y nuestros avances, no todos.
Esto forma parte del juego de equilibrios entre la luz y la oscuridad, entre lo de arriba y lo de abajo, entre la evolución y la involución. Estos extremos de una misma realidad están presentes continuamente en nuestra vida y en la del colectivo. Cada célula de consciencia que representamos alimenta consciente o inconscientemente uno de estos polos, con cada decisión, con cada acción, con cada pensamiento. Descubriendo que los efectos de estas expresiones no sólo tienen unas consecuencias directas sobre nuestra realidad, sino también en la realidad del colectivo humano y de la creación en su totalidad.
A mayor consciencia es inevitable mayor responsabilidad, es cuestión de madurez y humanidad. Llegan los tiempos en los que nos toca dar ese salto de la adolescencia a la edad adulta, con todo lo que esto supone, de dolores de crecimiento, de crisis y de rebeldía. Cada uno de nosotros tenemos este reto delante nuestro, esta posibilidad de dar este salto evolutivo, sólo lo podemos hacer cada uno de nosotros, el tiempo no espera.