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Energética y Espiritualidad

La energética nos ofrece una explicación del universo que parte de lo vibratorio y por lo tanto del lenguaje de la energía-vida, esta visión real no se contamina de creencias, conceptos o cultura. Se capta desde lo vibratorio y se percibe e integra de la misma forma,  por ello se acerca tanto a lo esencial y es desde lo esencial, esencia-cielo que se establece el puente con lo espiritual.

Para este trabajo con lo vibratorio es necesario e imprescindible la práctica con el vacío mental como llave de apertura a las grandes ondas universales, mas allá de las pequeñas ondas terrestres, silenciando la mente condicionada y dual a la escucha del todo. 

La espiritualidad en estos momentos pasa por este despertar a la Consciencia Universal que se expande libremente por todo el universo y que el hombre puede encarnar al ascender en el tiempo vertical, esta apertura de las consciencias pasa por la integración de nuevos estados vibratorios en la humanidad que permitan  nutrir la consciencia colectiva.

La evolución vibratorio-espiritual en el hombre-mujer no es mas que el nivel de empatía y reconocimiento con el universo. Esto nos exige la comprensión y toma de consciencia sobre la realidad energética y vibratoria de todo lo creado y la intima relación entre lo infinitamente pequeño y lo infinitamente grande y universal. El reconocimiento y encarnación de nuestra identidad y su respeto, el trabajo sobre la estructura energética del ser humano y la posibilidad de expresar el equilibrio entre lo que somos y lo que aportamos a lo real, el reconocimiento de lo alto y lo bajo de la creación y la elección que se deriva de ello. Y por supuesto la conquista de la  libertad como espacio interior de apertura al todo y de reencuentro con la presencia que anima.

Esta nueva espiritualidad coloreada por lo energético-vibratorio abre a la unidad entre los seres humanos que reconocen lo real como fruto de verdad que emana de la creación. Y el reconocimiento de ser a ser desde la verdadera fraternidad, que es ley universal que permite reconocer la filiación divina en si mismo y en el otro. 

Desde aquí la construcción de lo necesario para traer la trascendencia y remontar la vivencia en este nuevo tiempo será obra fraternal del conjunto de las razas humanas en su unidad reencontrada y universal.