El entrar en el silencio interior posibilita tomar consciencia de uno mismo, desde lo físico hasta lo más sutil, reunificando las distintas partes y elementos que constituyen nuestra realidad de encarnación. Permitiendo la unidad en uno mismo y a partir de ahí el encuentro y la toma de consciencia de lo que esta fuera creando unidades mayores, hasta reencontrar el Uno, indivisible e incognoscible, infinito e insondable, donde la consciencia evoluciona en un tiempo vertical, que es un no-tiempo.
Desde lo microscópico de las células hasta el inmenso universo de los cúmulos galácticos, todo esta reunido en este tejido no-visible que llamamos Trama y que permite reunir, comunicar, conectar todos los elementos visibles y no-visibles de este Universo-Vida. Una misma matriz bañada por la energía de Consciencia que el hombre puede vehicular a través del Reconocimiento como acto voluntario de esta.
Este acto de reconocimiento nos permite salir de la dualidad y entrar en la paz interior del alma, donde se reconoce lo que Es, nutriéndonos de este reconocimiento por el planeta, sus reinos y el colectivo de su humanidad como piedra consciente de este.
Es desde este reconocimiento que es Amor puesto en acción, donde nuestros pensamientos, acciones, ideaciones, tienen toda la fuerza y la potencia de transformar e iluminar los espacios. Aligerar las energías de sufrimiento, impotencia, inconsciencia, y no-reconocimiento, que se expresan en tramas individuales y colectivas, no permitiendo a los seres y los reinos su evolución en tiempo presente y su libertad de elección y compromiso desde su identidad.
El Re-unirse para hacer estos actos conscientes de reconocimiento a través de meditaciones, plegarias, ideaciones, por y para la vida, dota al hombre/mujer de toda su potencia expresada y puesta en acción por algo mayor que uno mismo. Que es el colectivo humano y universal del que somos células, así las partes pueden consciencializar el todo y el todo volver a la unidad nutriendo la consciencia colectiva en la que evolucionamos.
Es momento de reconocer la potencia de diferentes voluntades alineadas por un mismo objetivo, trabajando desde lo sutil y en unidad con uno mismo. Vehiculando energías de Unidad, Amor, Reconocimiento y Fraternidad allí donde más falta hace en cada instante. Trascendiendo las diferencias y saliendo de la dualidad, encontrando juntos los hilos de la trama que nos unen a esos lugares y a esos seres que escenifican y padecen la expresión de un karma colectivo puesto es fase. Reconociendo en ellos la misma fuerza que nos anima, que es habitación del espíritu y puro amor encarnado.