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Perdón con Mayúsculas

Si queremos construir vías de entendimiento entre personas, grupos, e incluso países en conflicto, uno de los pasos necesarios va a ser el del perdón. Pero no el perdón que concede el ofendido, ni el perdón que pide el que ofende, el Perdón con mayúsculas que conlleva la apertura del centro del corazón y que vehicula la energía de redención capaz de lavar toda falta y depurar cualquier energía de no-reconocimiento.

Este acto requiere de un trabajo anterior de reconocimiento del espíritu-vida que anima a todo ser vivo y que nos lleva a comprender que somos células de consciencia de un organismo mayor. Desde ahí podemos encontrar la unidad con el otro fuera de toda separación grotesca que realiza nuestro ego diferenciador y clasificador, capaz de juzgar y de echar balones fuera a la hora de reconocer la responsabilidad de nuestros actos, pensamientos, palabras.

El perdón nos pide un cambio en la mirada respecto a la creación y a nosotros mismos, buscando los elementos que nos unen y namaskar-nic3b1anos amalgaman respetando nuestra identidad y favoreciendo el encuentro. Este encuentro siempre nace del presente, que es la puerta de la historia y que nos permite bucear en los engramajes ocultos de nuestro inconsciente donde el sufrimiento quedo anestesiado y congelado esperando ser revelado.

A través de esta mirada de revelación del presente podemos perdonarnos y sanar la heridas, con este ungüento mágico que es el fuego de consciencia.

Si no hay perdón, no hay posibilidad de trasmutar el karma que nos mantiene presos en  repeticiones cíclicas de dramas personales y colectivos que claman la toma de consciencia y la resolución para liberarnos de una capa de cebolla más.

El perdón también requiere de una buena dosis de humildad que nos muestra el lugar de cada elemento de la creación en un orden universal, en el cual todo tiene un espacio y un tiempo de expresión. Al mirar al planeta que nos acoge reconociendo estas partes como un todo, podemos sentir cierta intranquilidad por los actos cometidos sobre este planeta. Nuestra madre tierra necesita que redimamos estos actos crueles y totalmente inconscientes decidiendo encarnar su supraconsciencia y elevando su frecuencia vibratoria que le conecta con el sol.

El perdón restituye las posibilidades y abre nuevas vías, siempre y cuando dejemos la culpabilidad que nos anula y nos inmoviliza y empecemos a sustituirla por la responsabilidad. Que es la que nos permite expresarnos como adultos capaces de reconocer las faltas y por lo tanto con la aptitud de modificar el rumbo y renacer a un nuevo presente preñado de posibilidades.